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ABR
06
2021
Tecnología
Conectividad 5G en una pequeña bodega en la estepa soriana
Una iniciativa para reducir la brecha digital en la España vaciada.
El coronavirus ha puesto a prueba la importancia de las telecomunicaciones como servicio de primera necesidad. Aplicaciones que parecían más propias de una obra de ciencia ficción como la telesalud o la teleeducación se han convertido de la noche a la mañana en una realidad incuestionable.
Las redes han resistido en general la embestida del microscópico virus. Pero la esencialidad que ha otorgado el momento a las tecnologías de la información ha sacado a la luz las carencias del sistema y ha vuelto a poner al descubierto que la conectividad es un elemento básico de desigualdad que acentúa los desequilibrios en materia laboral o educativa, por citar dos de los ejemplos más evidentes durante la alarma sanitaria.
En el último Foro Económico Mundial de Davos se habló de los millones de personas en zonas rurales y de bajos ingresos que carecen de un acceso a Internet fiable y asequible.
“A estas personas se les negará aún más el acceso a los beneficios de la tecnología a medida que surjan más dispositivos y sistemas dependientes de la conectividad a Internet”. Todos coinciden. Es el momento de impulsar la conectividad y una infraestructura 5G abierta y moderna puede ayudar a cerrar la brecha digital y garantizar el derecho básico de acceso a internet.
El interés empresarial y los fondos europeos de recuperación se conjugan para ahondar en una digitalización marcada en rojo en la agenda de los gobiernos.
En este contexto y bajo el paraguas estatal del programa de Acción Estratégica Economía y Sociedad Digital (AEESD), Cellnex, Nokia y Quobis han realizado una prueba piloto en Matanza de Soria, una pedanía en la estepa soriana perteneciente a la localidad de San Esteban de Gormaz con tan solo 37 habitantes.
LEAN (Low-cost, Emerging countries, Architecture, Network infrastructure) es el nombre elegido para esta propuesta que buscaba una alternativa sostenible económica y medioambientalmente a las dificultades para el despliegue de redes en zonas rurales.
Los habitantes de esta pequeña localidad no disponen prácticamente de cobertura. Una simple llamada de voz se convierte en una especie de Gincana y requiere subir una loma y desplazarse entre uno y dos kilómetros, algo impensable en el mundo del teletrabajo.
“El escenario no podía ser más complejo, la orografía de la zona desde el punto de vista de las comunicaciones es diabólica. Se trata de una meseta elevada con una pequeña hondonada en la que se encuentra el municipio y la cobertura es prácticamente nula”, explica Aitor Rubio, Senior Product Strategy Manager en Cellnex Telecom.
Aprovechando la colaboración público-privada que mitigaba el principal problema del despliegue tecnológico en zonas rurales (grandes inversiones difíciles de rentabilizar con pocos usuarios), los responsables del proyecto diseñaron un emplazamiento alimentado con energía solar y eólica que ofrecía conectividad de banda ancha móvil (4G y 5G) y servicios avanzados como Internet de las Cosas (IoT por sus siglas en inglés) o Edge Computing.
La primera complicación en este precioso páramo era acceder a la red. Supondría una inversión muy significativa y gestiones complejas de permisos y obras realizar la acometida eléctrica, así que diseñaron una pequeña central suministrada principalmente con energía solar, un pequeño aerogenerador para aprovechar la eólica de la zona y unas baterías recargables que garantizarían el suministro en cualquier momento.
“La infraestructura es eficiente energéticamente y, aunque su precio no difiere mucho de una instalación tradicional, es vital para la sostenibilidad y permite tener un modelo de costes más adecuado para el entorno rural, no dependiente del suministro de energía eléctrica tradicional que es el principal coste recurrente de estos servicios”, explica Rubio.
El caso de uso se ha centrado en una pequeña y joven bodega con DO Ribera del Duero, La Loba, situada en la meseta de esta pequeña aldea y que, además de conseguir un acceso seguro a las redes de comunicaciones básicas, ha introducido elementos de la agricultura IoT con información sensorizada en tiempo real para un mejor control del cultivo.
Además del diseño de la nueva instalación sostenible en costes y emisiones, la experiencia ha puesto de manifiesto la posibilidad de plantear la rentabilidad del despliegue más allá del tradicional “conteo de usuarios”.
“Hasta ahora el modelo de despliegue estaba basado únicamente en contar personas. Nosotros partimos de una premisa un poco diferente y es: hay una serie de negocios, empresas, servicios públicos y privados que necesitan ser cubiertos y no necesariamente están relacionados con la población de un determinado núcleo o emplazamiento”.
“Esto es especialmente cierto a partir de la llegada del 5G, que supone un salto cuantitativo que permite no solo conectar a personas sino también dotar de conectividad a negocios y objetos, para agilizar y rentabilizar procesos”.
De hecho, la experiencia forma parte del llamado “Polígono 4.0”, que busca interconectar municipios con zonas empresariales y de negocios próximas que ayuden a justificar la inversión y que, en algunos casos, están actualmente abandonadas por falta de conectividad.
En conjunto, la experiencia demuestra que el modelo se puede exportar.
“Después del desastre que ha causado la pandemia tenemos una muy buena oportunidad para reducir la brecha digital. Como Cellnex estamos muy bien posicionados para trabajar en infraestructuras neutras con soluciones para llegar con una capilaridad creciente a entornos y personas que hasta ahora no estaban comunicadas y que permitan potenciar este modelo que tanto ha cambiado con la pandemia. Hay una proporción significativa de gente que está saliendo de las ciudades y volviendo al campo y eso hay que aprovecharlo, potenciarlo y permitir la recuperación de muchos entornos despoblados que ahora mismo realmente no piden carreteras o aeropuertos, sino conectividad”.