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SEPT
09
2020
Sostenibilidad
El Talento tiene premio
Un grupo de estudiantes apadrinados por Cellnex se hace con el primer puesto en el ENTERPRISE CHALLENGE 2020.
El talento importa y mucho. Y en una empresa en crecimiento como Cellnex, en la que el pensamiento innovador es fundamental y en la que el ingreso medio por empleado ronda los 600.000 euros, lo saben muy bien.
La formación, el salario económico y el emocional, las posibilidades de desarrollo profesional, el empoderamiento, la implicación… todas estas máximas están muy presentes en la dinámica de la compañía. Pero la empresa también desarrolla numerosas actividades fuera de sus centros y grupos de empleados, en contacto constante con una sociedad cuya digitalización y modernización es una pieza clave de su objetivo económico y vital.
El gestor de telecomunicaciones y el equipo que se responsabiliza del talento tienen en marcha diversas iniciativas para motivar y retener a sus empleados y para atraer nuevas mentes y potenciar la diversidad de su plantilla.
En este ámbito, un equipo de cuatro jóvenes estudiantes aceptaron el reto, más humano que económico, planteado por Cellnex de crear en un plazo de tiempo reducido una aplicación para tratar de optimizar los tiempos de espera en pacientes no críticos en los sacrificados y saturados centros de urgencias sanitarias.
La propuesta se enmarcaba en el concurso anual ENTERPRISE CHALLENGE organizado por la Fundación BEST (Barcelona Education in Science and Technology, por sus siglas en inglés) que fomenta la Innovación Abierta mediante la colaboración entre empresas y universidades.
A la segunda edición de estos premios se presentaron 14 equipos de estudiantes resolviendo retos empresariales propuestos por ocho compañías.
El apadrinado por Cellnex se hizo con el primer premio con 88 de los 100 puntos posibles.
Encuentro intergeneracional
Ferrán, Adela, Mariona y David tienen 19 años y estudian primer curso del grado de cuatro años Industrial Technologies and Economic Analysis (Tecnologías Industriales y Análisis Económico), creado el año pasado en colaboración por las universidades Politècnica de Catalunya (UPC) y la Pompeu Fabra (UPF).
Como el resto de los estudiantes de este grado, que tiene como objetivo una elevada formación interdisciplinar para encarar las nuevas situaciones y asimilar los futuros avances tecnológicos que la industria necesita para la mejora de sus productos y procesos, este paritario minigrupo está en el punto de mira de cazadores de talento con un interés estratégico en el desarrollo de tecnología.
Además de un expediente brillante que les permitió entrar en el selecto grupo de 40 personas que pueden acceder cada año a un grado que nace para adaptarse a las nuevas realidades socioeconómicas, estos jóvenes han compartido dinámicas de pensamiento y trabajo para diseñar en solo 15 días SIRONA (System for innovation at emergency departments to optimize and monitor non-critical patients), un sistema que busca reducir el tiempo de espera de los pacientes e incrementar la disponibilidad de médicos y personal hospitalario y cuyo objetivo es contribuir a mejorar la atención sanitaria global.
Manu Cañete, ingeniero de telecomunicaciones y responsable de estrategia de producto e innovación en Cellnex, tiene algunos años más, pero comparte con estos cuatro chavales la pasión por los inventos. Con el recuerdo vívido de las ganas que suelen acompañar a los primeros años en la facultad, Manu ejerció de mentor de estos cuatro fantásticos en un proceso coordinado en todo momento por el departamento de talento y desarrollo de Cellnex.
“Esta iniciativa es muy interesante. Un grupo de personas que nunca ha estado en contacto con la empresa ni con el reto que ésta les plantea, puede idear, estudiar y aportar una solución diferente y novedosa. Si este tipo de iniciativas las planteas en casa, lo normal es que se apliquen soluciones típicas y, en ocasiones sin aportar grandes novedades. Lo interesante es que puedes contar con un talento que, de forma natural, piensa `out of the box´”, explica Cañete.
Después del primer cuatrimestre, el coordinador de estudios propone grupos de alumnos y los asigna a diferentes empresas, que invitan a los estudiantes a conocer sus dinámicas, productos e instalaciones y les plantean el producto a desarrollar.
“Esta ha sido mi primera experiencia en una gran empresa (como mis compañeros). Personalmente, la valoración es muy positiva, tuvimos la suerte de poder ver en primera persona cómo es la vida dentro de las oficinas y de la torre de Collserola. Gracias a este proyecto hemos podido ver que muchas de las cosas que estudiamos en clase tienen una aplicación efectiva en el mundo real y que pueden tener un impacto muy positivo en la sociedad”, explica David Miserachs, uno de los cuatro estudiantes que participaron en el proyecto.
El proyecto
“Nosotros les planteamos el reto de ayudar a las urgencias hospitalarias que tanto han sufrido en estos tiempos de pandemia. Se trata de una propuesta muy abierta: Hacer algo para aprovechar el tiempo de espera de los pacientes no críticos, una solución para mejorar la atención de los pacientes que, una vez que pasan el triaje y son calificados como no críticos, deben esperar para ser atendidos”, explica Manu.
“Hicieron un estudio de las clasificaciones de paciente, tiempos de atención, conversaron con el personal sanitario… y acabaron dándose cuenta de que hay cuatro constantes vitales básicas que se podían medir mientras el paciente esperaba y que habitualmente se acaban haciendo a todos”.
A través de unos parches conectados a la aplicación móvil de forma inalámbrica, la aplicación permite leer y almacenar la temperatura del paciente, el pulso, la regulación del oxígeno y la presión arterial.
“Lo más difícil sin duda ha sido diseñar una app apta para que todo el mundo pudiera usarla, que fuera lo más fácil e intuitiva posible teniendo en cuenta los usuarios a los que está dirigido. “El resultado tenía que ser algo fácil, intuitivo y con un diseño suave, relajado. Cuando hicimos la aplicación siempre teníamos en mente a una persona mayor que acude al hospital preocupada por ver qué le pasará y si en sus condiciones sería capaz de utilizar la app”, explica David.
Los estudiantes entregaron lo que se conoce como un Producto Mínimo Viable (PMV) que el equipo de desarrollo de Cellnex deberá ahora probar y limar para evaluar si acaba saliendo al mercado.
“Con este PMV vamos a continuar este proyecto desde Cellnex intentando hacer pruebas reales, con dispositivos reales, incorporando nuestros sistemas… queremos darle continuidad para ver si podemos pasar de esto a un producto comercializable” señala Manu.
Mientras tanto Ferrán, Adela, Mariona y David – que explican aquí su trabajo – seguirán cursando sus estudios y soñando con un futuro profesional que, quién sabe, quizás vuelva a cruzar sus caminos con los de Cellnex.
“La idea de trabajar en una empresa como Cellnex que puede tener un impacto en ámbitos tan diferentes me parece muy atractiva e interesante para mi futuro profesional”, reconoce David.
Carlos Ruano
Periodista i Fundador de Newsbub