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JUN
14
2022
Social
El “internet de las gallinas” para dinamizar el medio rural
Conectar los medios rural y urbano para paliar la brecha digital, la España vaciada y la desconexión con el medio natural son los pilares sobre los que se asienta voluta.coop, una de las tres startups que han participado en la primera edición de la aceleradora de proyectos inspiradores de impacto social Cellnex Bridge.
Sacudidos por las reflexiones vitales que trajo consigo la pandemia y por la sensación de asfixia del confinamiento, sus fundadores decidieron abandonar la seguridad de sus atalayas laborales para montar una cooperativa con la idea de dinamizar a través de la tecnología y el conocimiento un medio rural que ganaba atractivo por momentos.
Ingenieros de formación y apasionados del campo por vocación, prestaban su talento a proyectos de sensorización para Smart Cities y a robotización en una conocida multinacional de electrodomésticos hasta que decidieron girar sus vidas para alinear sus valores y su crecimiento personal con un desafío profesional con propósito socioambiental.
“En la pandemia nos vimos encerrados en pisos pequeños con vistas a un patio interior y fue una gran catarsis para nosotros. A ambos nos apasiona el medio rural y, saturados del business as usual, pensamos en emprender con un proyecto para conectar el medio rural y el urbano”, explica en una entrevista Áxel Pena López, la mitad del alma del proyecto apadrinado por la Fundación Cellnex.
Hartos de la pose verde imperante y conscientes de la importancia de la implicación del individuo para reconectar con la naturaleza, recuperar ecosistemas, salud mental y física, biodiversidad y conciencia, empezaron a conceptualizar su idea a través de dos recursos educativos.
Un pequeño gallinero, “Rurban”, hecho con materiales reciclados, desmontable, transportable y de fácil acceso e instalación para escuelas, residencias, espacios colaborativos (coworkings y colivings), campings, empresas… y un kit de tecnología IoT (Internet de las Cosas, por sus siglas en inglés) que, mediante software y hardware libres, conecta la actividad y vida del gallinero con los usuarios.
“Con el gallinero generamos y dinamizamos comunidades. Lo manufacturamos in situ, en equipo, vinculamos contenido curricular de ciencias naturales, sociales y artísticas, generamos autoconsumo y realizamos proyectos de terapia ocupacional para mayores y personas con diversidad funcional”, explica Áxel.
“El Kit OpenIoT aporta enseñanza práctica y divertida en competencias digitales con aplicaciones abiertas. La recolección de datos por sensorización moderniza y mejora la experiencia con las gallinas, monitoriza el nivel de pienso o agua, abre y cierra la puerta del gallinero de forma automática, lleva la contabilidad de los huevos…”.
A diferencia de otras experiencias tecnológicas que aíslan al individuo y disuelven comunidades, el dispositivo OpenIoT gira en torno a las notificaciones en un grupo de Telegram para quienes participen. “El gallinero se convierte en un punto de encuentro de esa comunidad”.
Tras vender sus primeros gallineros, los dos socios decidieron dar de alta la cooperativa formalmente a mediados de 2021, coincidiendo con la constitución de la Fundación Cellnex y de su primer gran proyecto: Acelerar startups con impacto positivo que sirvan de pasarela para que nadie se quede desconectado de una sociedad cada vez más digitalizada.
“Cellnex Bridge ha sido el hito que más nos ha ayudado desde que hemos empezado, sin ningún tipo de duda. Nos ha ayudado a construir una línea de negocio y a validarla. Pero no solo eso, nos ha aportado mucho en otras líneas y sigue haciéndolo. Aunque haya acabado el programa, los mentores siguen a nuestro lado y nos siguen aconsejando y para nosotros eso tiene un valor tremendo”, explica Áxel.
Pero el gallinero conectado es solo una puerta de entrada a un objetivo muy ambicioso, plasmado en el Manifiesto #EcoSocialTech: “utilizar el poder arrollador de la tecnología para diversificar la economía modernizando los sectores tradicionales, ayudar a repoblar el medio rural y reconectar a las personas con la naturaleza”.
En el marco de esta ambición y centrados en el anclaje de los jóvenes al medio rural, realizaron su primer #HackathonRural, unas jornadas formativas y colaborativas apoyadas por Cellnex para “plantar semillas digitales, llevar el conocimiento tecnológico a jóvenes rurales, diversificar la economía y retener y atraer talento”.
“La tecnología ayuda, pero ni se come ni se respira” es la frase inspiradora que esta pequeña iniciativa utilizó para aterrizar y expandir su concepto de conocimiento aplicado en la localidad castellonense de Montanejos, donde una veintena de participantes de 15 a 22 años se reunieron durante tres días en el primer Hackathon rural con 15 mentores (entre ellos la directora de la Fundación Cellnex, Àngels Ucero) y cinco recursos tecnológicos.
En la convocatoria se avanzó en tres soluciones muy concretas para la localidad: un proyecto para modernizar el ancestral sistema de riego por vasijas cerámicas para el cultivo de la trufa aplicando IoT, otro sistema de riego autosuficiente con energía solar y reciclaje de aguas pluviales y una plataforma de gestión para ayudar a las personas mayores y/o con algún grado de dependencia a conectarse con proveedores de servicios en función de sus necesidades.
La actividad, tras la cual casi la mitad de los participantes se proyectó trabajando en un pueblo, pretende ser la primera de muchas experiencias para buscar soluciones creativas que conecten las necesidades y problemáticas tradicionales de los pueblos con la capacidad de la tecnología para solucionarlos.
De hecho, voluta está aceptando nuevos patrocinadores para realizar 15 Hackatones Rurales en territorios afectados por la despoblación rural hasta 2025, iniciativa que han acuñado como “Desafío Hackathon Rural”. La ambición de estos encuentros es enraizar mediante la cooperación y la formación a medio millar de jóvenes de la Generación Z, nacidos en los 2000.
La cooperativa acaba de lanzar otra iniciativa para la que también están buscando nuevos clientes. Se trata de un proyecto piloto dirigido a empresas comprometidas con el talento para la mejora de la salud mental de sus trabajadores, dinamizar la economía rural y al mismo tiempo donar recursos y talleres formativos a proyectos de acción social. La iniciativa se llama “Gallinas al rescate” y se trata de un proyecto social en el que los equipos de trabajadores construyen cooperativamente “Gallineros solidarios” para donarlos a proyectos educativos y de acción social, ya sea en España o a nivel internacional, mediante la Cooperación al Desarrollo en países emergentes.
“Queremos explorar sinergias entre el ninguneo que padece el medio rural español y el que sufren los países emergentes del sur global, y generar empatía entre ambos mundos”, explica Áxel. “Estos talleres se realizarán tanto en España como en la comunidad de Kunika Zambia (la primera ONG colaboradora) y el resultado de los mismos (la manufactura de Gallineros), además de dejar un poso educativo en ambos países, permitirá a Kunika Zambia propulsar una solución innovadora e higiénica para el autoconsumo de proteínas de calidad, como son los huevos frescos de gallinas”.