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JUN
07
2022
TIS
Ni gigante ni molino, el pirulí cumple 40 años de andanzas
No es el gigante que proyectaba el delirio del caballero más famoso de la literatura universal ni el molino de viento que la razón de Sancho se empeñaba en describir al ingenioso hidalgo, pero tiene mucho de fantástico y emblemático.
En la calle O’Donnell de Madrid, coronando la orilla de la M-30, se alza un titán de cemento y hormigón armado que se ha convertido en uno de los elementos esenciales del skyline de la capital.
Torrespaña, conocido popularmente como “El Pirulí” por una estructura en cuyas formas los idealistas quieren ver un gigantesco caramelo de palo, lleva cuarenta años difundiendo conocimiento, sueños, leyendas y entretenimiento al distribuir las señales de radio y televisión a toda España.
Lo primero que sorprende al acceder al paraguas arquitectónico de 220 metros de altura y 1.208 peldaños de escaleras es la sobriedad de una instalación en la que prima el servicio y que ha sido clave en la historia del país y en el desarrollo de un sector de telecomunicaciones que es una referencia mundial.
El acceso al centro de control ubicado en la tercera planta – el mirador de forma circular en el que se ensancha la estructura – se realiza por el ascensor principal de la instalación que emplea casi dos minutos en realizar el trayecto (tiempo suficiente para tratar de lidiar con los problemas de vértigo si los hubiere).
En el centro neurálgico del edificio nos recibe Miguel Bonis, responsable de operaciones en la torre operada por Cellnex desde la que se recogen, envían y rebotan señales de telefonía, televisión, radio, internet y frecuencias de emergencia.
Aunque el continente sea el mismo, poco o nada del contenido se parece a los centenares de servidores y aparataje que albergaba la torre en su inauguración en 1982 para atender la enorme demanda de radiodifusión y cobertura informativa de aquel mundial de Fútbol analógico que puso a la España del Naranjito en el mapa.
“La tecnología en estos 40 años, particularmente en el sector de las telecomunicaciones, ha vivido una auténtica revolución. Esto no se parece en nada al equipamiento que había montado en los inicios”, explica Miguel, orgulloso de liderar un grupo que vela por el funcionamiento 24×7 de un servicio básico para la ciudadanía que ha multiplicado exponencialmente la oferta audiovisual en los últimos años, ha sido testigo de excepción de las cinco ges de la telefonía y ha pasado de analógico a digital en un suspiro.
15 vigías de excepción
En la panza de esta torre, comparada con otras espigas de las telecomunicaciones como la parisina Torre Eiffel, la berlinesa Fernsehturm o la moscovita Ostankino, una quincena de profesionales del mundo de las telecomunicaciones y la electrónica velan por mantener ininterrumpido el servicio, sabedores de lo esencial de su labor.
“Una de las cosas que más me llamó la atención cuando vine a Torrespaña es el grado de implicación de las personas. La gente que trabaja aquí es muy consciente de la importancia de este centro y de las repercusiones de cualquier incidencia. Siempre tenemos a alguien cubriendo las espaldas convencidos de que nada puede fallar”, señala Miguel.
El mantenimiento preventivo y correctivo de los aparatos y la renovación de nuevas instalaciones que requieren los cambios tecnológicos son la tarea fundamental de este grupo de custodios, obsesionados con la robustez del servicio y la eficacia de numerosas redundancias para evitar cualquier interrupción de servicio.
“Hay un afán constante de mejora a base del aprendizaje con el objetivo último de evitar el cero” explica Miguel sobre las temidas interrupciones.
En los 40 años de historia de la torre los telespectadores y radioyentes apenas han sufrido cortes de servicio más allá del conato de incendio que en el año 2002 dejó sin televisión ni radio a los hogares de la Comunidad de Madrid durante tres interminables horas.
“Diseñamos los servicios de la forma más robusta y resistente a fallos posible y contamos con sistemas redundantes que entran automáticamente en funcionamiento si algo falla, pero la mejor forma de garantizar el servicio es realizando un mantenimiento constante y permanente de los equipos”.
Miles de kilómetros de cables recorren la enorme estructura de una torre coronada por más de 400 antenas en la que la estabilidad de la instalación eléctrica juega otro rol prioritario.
Desde su función fundacional como centro emisor de la red técnica de la televisión pública, Torrespaña se incorporó a la entonces Abertis Telecom en 2003. Hoy en día es uno de los emblemas de Cellnex en el ámbito de las infraestructuras de radiodifusión en Europa al proporcionar estabilidad y servicio a las principales emisoras de radio y televisión desde la liberalización del sector.
Desde el difícil proceso de apagón analógico y su transición digital sin interrupciones a la llegada de la alta definición, la fibra y la alta velocidad en las telecomunicaciones… Cellnex ha adaptado puntualmente los servicios de la torre a las nuevas necesidades y requerimientos.
Actualmente Torrespaña genera señal de emisión de radio y televisión para Madrid y los alrededores y desde su atalaya de 360 grados la distribuye a centros del conjunto del país para que 43 canales de televisión, 17 emisoras de radio convencional y 18 de radio digital puedan ser reproducidas desde cualquier rincón del territorio.
Y sí, en ocasiones, en días de mucho viento, uno de los quince entregados centinelas parece sentir, como el caballero de la triste figura, la respiración del gigante. Algún escudero con menos ensoñación mostrará entonces un péndulo casero en el que puede comprobarse que, pese a su capacidad de soportar vientos de hasta 200 kilómetros por hora, en días de temporal el aglomerado puede desplazarse hasta 40 centímetros sobre su eje.
Carlos Ruano
Periodista y fundador de Newsbub